domingo, 1 de mayo de 2011

Rompecabezas

Hace tanto que vi tus ojos por última vez, que tengo miedo de perder el recuerdo de tu mirada.
Hace ya muchas lunas que deje de escuchar tu voz, que siento el eco del viento llevarse su dulce melodía.
Ha pasado mucho tiempo desde que vi tu espalda aquella tarde alejarse de mí, pero aún siento el dolor que dejó en mi pecho aquella separación.
No logro entender el porqué de muchas cosas en mi vida, he llegado a la simple y facilista conclusión de que quizás solo sea el destino, la mala suerte o un designio divino el que hace huir a la felicidad de la puerta de mi alma.
No eres tú, ni alguna de aquellas almas perdidas en mi camino, soy yo; no puede ser que tenga tan mala suerte.
Pero, al final de esta noche sin luna, con mil estrellas en el firmamento, esbozo una sonrisa en medio del abismo, en una caída sin fin, en un descenso lento y algo tortuoso.
No soy masoquista, pero a pesar del dolor regado en mi camino, amo quien soy, mi vida y mis defectos.
Esa sonrisa en medio del aparente dolor, refuerza las creencias de aquella frase que he escuchado mil veces: lo que no te mata te fortalece; no me siento más fuerte pero sí más sabia.
No puedo no confiar, pero sí ser más cautelosa, no puedo no creer, pero he aprendido a dudar, no puedo no dar una oportunidad pero ahora cuido más mi corazón.
Eres tú en la distancia del tiempo y frente al mismo inmenso mar, a quien quisiera confiar los secretos de mi corazón.
Eres tú que en el limbo del espacio quisiera devolver mi inocencia escondida en mi alma.
Es a ti a quien mis miedos quisiera mostrar, sin sentirme vulnerable.
Pero en esta noche iluminada por mil estrellas y huérfana de luna, entremezclo tus sabores y exhalo un alma perfecta, y te extrañaré en partes divididas, tanto como en tu esencia unida.

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